martes, 26 de mayo de 2015

El Hombre sin miedo



Cuando era pequeño, tenía muy mala dentadura. Y para colmo, me gustaban mucho los dulces. ¿Resultado? La colección más refinada de caries de la ciudad y un dolor intolerable para un niño de mi edad. Sin duda había que hacer algo a la brevedad para solucionar el problema. El asunto es que una tía que trabajaba en la Posta Central de Santiago, pudo conseguir que me atendieran y solucionaran el problema con las clásicas tapaduras, pero en varias sesiones.

Fue mi primera visita al dentista, y fue terrible. Estar sentado con la boca abierta mientras aquella espantosa máquina del terror te perforaba cada uno de los dientes,en medio de una sensación de angustia,que generó en mí un repudio absoluto a los dentistas. El sonido, el olor a muelas quemadas, la anestesia, el aroma a cemento. Una serie de sensaciones que se convertían en dolorosas e inolvidables experiencias en mi psique. Terminar esas sesiones era un alivio para el alma, pero saber que tenía que volver, era algo intolerable.

Pero, en medio de todo ese dolor que provocaba cada procedimiento, había algo que me hacía feliz. Al finalizar la primera visita al dentista, me di cuenta que a la salida de la Posta, existía un pequeño kiosco que exhibía una serie de cómics de la compañía Marvel. Algo no común para un niño que venía de una comuna relativamente retirada del centro en donde este tipo de historietas americanas no llegaban.

Mirar la portada de aquellas historietas - por muchos minutos en ocasiones -, echaba a volar mi imaginación por las nubes. Eso era lo que más me motivaba de ir al dentista finalmente, y soportar todas las visitas estoicamente, hasta finalmente perderle el miedo.  Esperar mi turno al patíbulo, era el precio a pagar por poder mirar las portadas una vez por semana. Ni pensar en adquirir alguna de aquellas revistas, ya que sus precios superaban con creces el bolsillo promedio, por tanto solo quedaba el sueño de cual de aquellas historietas me compraría si tuviera el dinero.

Entre todas ellas, había una en particular que me llamaba la atención: Una que exhibía a un personaje demonio cayendo de las alturas: “Daredevil: The Man withouth fear”. Aquella imagen resaltaba entre Iron Man, Los 4 Fantasticos y El Dr. Extraño. Algo había en la portada de esa revista y su héroe. Era como caer en un trance hipnótico, que me hacía imaginar miles de historias sobre aquella portada, mientras que jamás llegué a ponerle una mano encima.  Daredevil, un tipo disfrazado de diablo, cayendo de las alturas víctima de un poderoso enemigo metálico. ¿Era este súper héroe un héroe en verdad, o era la misma encarnación del mal tratando de hacer que sus súbditos pagaran el alto precio de querer ser más que él mismo mal?





A ciencia cierta, nunca sabe el motivo por el que aquella portada me genero ese llamado de atención. Pero si tengo claro que cuando volví a ver la portada hoy, después de tantos años, no dude en comprar ese anhelo infantil. No importando el valor. Si volvió a mi por algo fue.

Pero eso no fue ni mi primer ni mi último encuentro con DAREDEVIL, durante estos años.
Hace unos meses atrás me enteré que la serie de cómics, sería adaptada a la pantalla en una nueva versión, de la mano de la cadena NETFLIX. Si bien esto no era sorpresa alguna, pues no era la primera aparición del héroe ciego y sin detenerme en la película de 2003, que en verdad en su momento dejó bastante que desear (De la que pido encarecidamente, puedan revisar su versión “director’s cut”, que es muchísimo más oscura y le hace un poco más de justicia al personaje en aquellos años) debo decir que esta noticia me hizo esperar con cierta ansia el estreno de la serie.

Y en verdad la espera valió la pena: Daredevil  por varias razones, se convirtió en un producto de calidad superior; el estreno de todos los episodios, la disponibilidad de idioma, y por sobre todo, el tono de la historia, hacen de ella altamente atrayente, y no necesariamente para los amantes de este fenómeno de súper héroes que se ha venido dando durante la última década.

Hay una diferencia casi abismal entre las demás franquicias para televisión de Marvel (Incluyendo algunas de sus películas mas famosas), y lo que podemos ver en esta nueva versión de Daredevil.  La serie tiene vida por si propia y ni siquiera requiere alimentarse del “universo cohesionado” para poder sobrevivir, y que aunque hace mención de algunos incidentes directamente relacionados con las demás cintas, se agradece profundamente, más aún cuando se ha abusado del recurso para tratar de mantener un mundo en perfecta relación narrativa.


Sin caer en la burda historia de orígenes del héroe, y tan solo con acercarse a la “Cocina del Infierno” ( Hell’s Kitchen), que es donde transcurre la historia, es suficiente terreno para que el relato se nutra del suficiente odio y rencor, en contra parte con la sed de justicia del héroe, que emprenderá una jornada sin retorno, en su búsqueda de sí mismo y su papel como justiciero.Aunque la serie no se limita a explorar únicamente la lucha contra los poderosos enemigos que irán apareciendo, sino que todas las consecuencias que acarreara al personaje principal, a grandes rasgos relata la historia de un abogado ciego, que tiene ciertas capacidades sobre humanas, y un peligroso señor de la mafia conocido como el Kingpin, en una lucha que no tendrá limites de ninguna especie.


No voy a resumir ni dar mayores reseñas de la serie, pues hay varias dando vueltas. Solo recomiendo que puedan verla y la disfruten como yo lo hice.



Hay algo que aprendí casi después de 30 años de toparme nuevamente con DAREDEVIL y escribir esto. Y es que de alguna forma,aquella vez con esa portada, también me volví un alguien sin miedo, al menos sin miedo al dentista.

miércoles, 13 de mayo de 2015

La noche del Cometa



Desastrosas imágenes que se quedaron en la retina para siempre.


86 años. Esa es la edad que tendré cuando el Cometa Halley, se digne nuevamente a pasar a una distancia prudente del planeta tierra (espero).  Eso es decir en 2061. ¿Qué habrá ocurrido en la tierra, hasta ese entonces? ¿Existirá aún este blog? ¿Existirá usted mi estimado lector?

Condorito también se colgo del Halley
Recuerdo con algo de inquietud, los meses previos a la aparición del particular viajero espacial -descubierto por don Edmund Halley en 1705- Fue sin duda, caldo de cultivo para todo un movimiento apocalíptico-mediático de impensadas consecuencias. El fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina, y no en el año 2000 como habían presagiado las antiguas culturas y los estudios científicos de punta. 1986 sería sin duda el último año de la humanidad en el sistema solar. El cometa Halley, acabaría con el último vestigio de nuestra civilización si piedad alguna.

Fue precisamente que el año 1985, luego del terremoto del 3 de marzo, que comenzaron a suscitarse las más impensadas predicciones relacionadas al cometa, ya que sus influencias se estaba haciendo  sentir con muchísima más fuerza que antes. Y en realidad, no era para menos. Durante ese año se dieron cita muchísimas catástrofes naturales, que hacían pensar seriamente en la influencia del astro en la galaxia, y eso que, todavía ni siquiera se acercaba un poquito a la tierra.

Estudios de la nasa afirmaban solemnemente que existía una alta probabilidad de que el cometa viajero, pudiera impactar de lleno en la tierra, acabando con todos al momento – en el mejor de los casos-  o simplemente rozando levemente la atmósfera, contaminado para siempre nuestro preciado planeta azul, causando la muerte por envenenamiento del aire y los océanos. Una agonía lenta y terrible, sumidos en la oscuridad absoluta. 

Si a lo anterior, le sumamos una serie de documentales y programas televisivos de diversa factura, que disfrutaban del morbo colectivo, añadiendo aún más especulación a la aparición del cometa, se volvía sumamente complejo el poder distinguir la realidad de la fantasía. 
Profecías de Nostradamus, y de la virgen de Fátima e incluso, los mayas (si, efectivamente se hablaba de los mayas en aquellos lejanos años 80), se daban cita en aquel festín mediático que bombardeaba tenazmente todos los medios de comunicación. Como si el fin del mundo fuera un acontecimiento más cercano a un certamen de belleza, que a la gravedad que significaba el posible exterminio de todo lo conocido.

La noche del Cometa
Y como hasta el fin del mundo, puede resultar un suculento negocio, Hollywood aprovechó de lanzar varias películas en donde el Sr. Halley, era protagonista. Una de ellas era “La Noche del Cometa” dirigida por Thom Eberhardt (1984), en donde precisamente la visita del cometa nos convertía a todos en zombis come humanos (entre otros diferentes tipos de monstruos), en una cinta que hoy en día se encuentra muy alejada de la cordura, pero que en aquellos años me provocaba pavor. Pavor de pensar en una probabilidad como esa. 
Otra joyita de aquellos tiempos era la perturbadora “Life Force”,dirigida por Tobe Hooper (1985), que contaba la historia de un grupo de atrevidos astronautas, que visitaban la cola del cometa Halley, encontrándose con una raza de milenarios vampiros que invadían la tierra con la finalidad de exterminar la vida. Si bien era una película mucho más elaborada que “La Noche del Cometa”, sin duda era a la vez extremadamente horripilante pensar en aquella fantástica posibilidad de que aquel desconocido astro, encerrara en sí mismo, secretos que la humanidad sería incapaz de controlar.

Life Force, dirigida por Tobe Hooper
Y de apocalipsis en apocalipsis, llego 1986, y del cometa, no vi ninguna señal en los cielos. Incluso recuerdo que hubo alguna noche en que me quede en vela, a pesar de los retos de mi madre, esperando contemplar en los cielos a aquel visitante que probablemente habían visto mis abuelos cuando niños. Sin embargo, debo destacar que desde aquella época en que hice consciencia de este tipo de fenómenos, los fines de mundo no se han detenido, y cada vez han resultado más elaborados en cuanto a su origen y su manera de influenciar a las generaciones. Hoy me atrevo a decir que la gente no se ve afectada por un posible termino de mundo, del origen que sea. Todo esto ha resultado algo asi como un cuento de “Pedrito y el Lobo” colectivo. Tal vez sea que requerimos cada cierto tiempo, tener un aviso cósmico que nos haga tener la inteligencia para poder aprovechar el tiempo que tenemos de vida en algo útil.

¿Alcanzaré a ver nuevamente al sr. Halley?

Hasta pronto.

jueves, 7 de mayo de 2015

El Libertador D 181 : Nanas de mis nietos y lavarles el poto




Haber estado en el colegio “El Libertador D 181”, fue para mí una experiencia que rozaba entre el el aprendizaje, la inocencia interrumpida, el horror, la compasión y el absurdo. Es por eso que, cuando escucho a la gente común hablar de la lucha actual sobre la educación en el país – y que defiende a pies juntillas el modelo de la gratuidad como la panacea- me corre un escalofrío por la espalda, por la capacidad absurda de pensar que todos los problemas se solucionan con un modelo de igualdad y gratuidad.

Cuando era niño, estuve hasta cuarto básico en un colegio particular subvencionado en la comuna de Maipú. Mismo que cada cierto tiempo, abría sus puertas a jóvenes en riesgo social, con la finalidad de reformarlos y darles mayores oportunidades. Apuesta que no siempre tenía buen resultado, ya que en muchas ocasiones  el plan fracasaba a medio camino, y en otras (muy pocas) ocasiones terminaba siendo exitoso. Aquellos niños que llegaban al colegio, tenían que pasar por la fase de adaptación a los demás alumnos (Los que sin duda tenían un nivel socio-económico más elevado, siendo los hijos de la clase media pujante, y efectuaban el ejercicio de la discriminación con sus pares) y la dura tarea de re formular todo su aprendizaje.

En mi caso, cuando tuve que cambiarme de colegio, luego de que mis abuelos tuvieran la genial idea de irse de Maipú a un barrio más “tranquilo” como Ñuñoa, mi madre no tuvo más remedio que matricularme en el "Colegio Libertador Bernardo O’Higgins D-181", emplazado entre las poblaciones Santa Julia y Rebeca Matte que se encontraba a algunos metros de la nueva casa de mis abuelos. Fue un cambio dramático, dejar a mis compañeros de primero básico e irme a un lugar del que no tenía ningún conocimiento y menos aún la posibilidad de adivinar lo que me esperaba.

El cambio fue radical, casi apocalíptico. Para mí la escuela siempre fue un lugar para aprender y en donde se le debía un respeto enorme al profesor. Acá todo era distinto, sórdido, tenso y violento. Los niños estaban bajo enormes cargas de stress, por sus condiciones socio económicas, y por el ambiente del país (elecciones de 1988).Infantes en medio de una revolución social en todas las esferas del país.
El cambio fue incomodo. Los niños eran crueles y abusivos, pero era su forma de expresar su enojo contra el mundo: burlarse ácidamente en contra del más débil a niveles enfermizos, desafiar a los profesores, y escudarse en su propia ignorancia, en donde la educación no servía para llevar un plato de comida a sus mesas.

Aún recuerdo con asombro, como muchos de ellos, a una temprana edad, ya conocían todo acerca del sexo, compartían revistas pornográficas, comentaban acerca de sus “travesuras” que consistían en el robo del juguete de moda del supermercado Ekono que estaba en Macul, o alguna zapatilla de moda de alguna tienda. Otros, los más “choros” sobre cómo se peleaban los fines de semana. Algunos relataban sus experiencias sexuales con compañeras de curso. Era un espectáculo sobrecogedor, ver como hombres de 18 años, aún compartían el 8vo básico con pequeños que apenas estaban entrando a la vida. O a veces incluso, toparte con las madres de algunos de esos niños, en actitudes lascivas en la calle a apenas metros del colegio. Muchos estaban en un total abandono, ya que sus padres trabajaban todo el día, y no tenían quien pudiera darles el apoyo suficiente para salir adelante en sus estudios.

Los profesores,que tenían un trabajo tan duro, humillante y agotador, difícilmente se les hubiera pasado por la cabeza la idea de tener a su hijo en el mismo instituto, aunque habían algunos casos en que la locura contaminaba la cabeza de los docentes, y con la finalidad de que su hijo se “mezclara” con la gente del “pueblo”, colocaban a sus propios hijos en el colegio. Eso usualmente no duraba más de un año académico, y con una profunda herida en la personalidad del niño.

Debo reconocer que los profesores de aquel colegio (¿Qué habrá sido de ellos?) Eran personas con verdadera vocación, aunque sus frutos fueran infimos. Frutos que a veces se perdían y otras veces llegaban a destino. Era admirable como esos profesores podian salir adelante con los infimos recursos que tenian a disposición en aquel entonces, y transformarse en verdaderos padres para muchos de los alumnos del colegio.

Mis recuerdos oscuros respecto al colegio, fueron sin duda una respuesta obvia, frente al duro cambio que me toco vivir siendo tan joven, – Incluyendo la fase terminal como escuela pública del mismo-, pero debo reconocer que fue una lección para saber y entender cómo funcionaban las cosas en el mundo de verdad. Ese mundo sin filtros, en donde los niños tienen que crecer a la par con los adultos o morir en el camino. Niños tenían que enfrentar las duras diferencias sociales, que los gobiernos de turno se encargaron de perpetuar hasta la fecha.

Tengo una profunda molestia contra el estado chileno, y por sobre en contra de su “clase” política: Escuchar por años a curiosos personajes llenarse la boca de infames promesas, mientras sepultaban en el olvido una escuela pública para transformarla en una comisaría, siendo testigos impávidos de cómo se producía tal afrenta en contra de la educación nacional. No hubo partido comunista ni colegio de profesores ni dirigentes estudiantiles. Todos se callaron.  Yo fui testigo directo del como un gran porcentaje de jóvenes, no lograría salvarse de las garras de la droga, el alcoholismo, la delincuencia. Muchos de ellos, solo podrían aspirar a trabajos de medio pelo en el futuro, mientras las puertas se les cerraban en la cara por su falta de educación. Casi un plan urdido en las sombras por siniestros personajes. Siniestros personajes que se aferraron al poder de manera casi demencial como el alcalde Pedro Sabbat, quien durante el litigio que significó convertir el colegio en dependencia de carabineros, vomitó una frase que es el fiel reflejo del pensamiento de la casta política actual: “Esas personas no tienen ninguna posibilidad de ser más que nanas de mis nietos y lavarles el poto.” Solo el recordar eso, me recuerda que este país tiene memoria solo para algunas cosas.

¿Qué habrá pasado con Raulí, Provoste, Navarrete, la Bárbara, La Hellen, Marcela? ¿Habrán cumplido sus sueños alguna vez? ¿Estarán con vida? ¿Esta decisión a cuantos niños habrá condenado? ¿No es acaso fundamental aspirar a la educación en un país que la necesita con urgencia?

Para los niños de ese colegio, esa promesas de futuro, nunca los alcanzaron. Ni ahora ni nunca. Solo terminaron siendo lo que pudieron con los medios que este país de las oportunidades se lava la boca a diario. Migajas para algunos.

Hasta un próximo reporte.

martes, 5 de mayo de 2015

El Album Negro y El camino equivocado al apogeo del Metal



Caracol Ñuñoa Centro. Aún quedan vestigios de aquella época.
Había algo en esa moda de Metalero (o Thrasher). Algún código ancestral oculto en llevar el pelo largo, las zapatillas Converse, la camisa escocesa, la chaqueta de mezclilla con parches y puntas.  Un cierto estatus social que no se entendía, pero que te hacía ser popular. Algo existía en ese hijo rebelde del Heavy metal, que hacía que sus grupos mas insignes, lanzaran anzuelos como la canción “Enter Sandman” de Metallica. Un aire de maldad y de rudeza al alcance de la mano, en la radio Carolina. Había algo en aquellos rudos acordes que permitían que las guitarras se expresaran de manera violenta y agría, mientras el vocalista hacia uso de su voz gutural, al punto de que casi se podían escuchar las gotas de sangre emanando de su garganta, al son de aquellas canciones que retrataban odio, sangre, excesos, demonios y profundidades de la psique humana, que le reventaban la cabeza a la juventud del  momento.

Disco ARISE, de Sepultura. Arte de Michael Whelan
Corría el año 1991, y en el edificio Caracol ubicado en la avenida Pedro de Valdivia con Irarrázaval, se daban cita una serie de tiendas de misteriosa factura: Entre peluquerías, tiendas de artículos electrónicos, librerías y tiendas de ropa, se asomaban tímidas y casi invisibles, las tiendas dedicadas exclusivamente  a la venta de música metal, y todo su mercadeo. Era mi primer acercamiento a los “Discos compactos”, los que aparecían a precios sencillamente astronómicos para mi realidad. Sin embargo, a pesar que los precios eran una suerte de factor importante para salir huyendo, las vitrinas ejercían ese efecto hipnótico capaz de retener mi atención por horas, solo para imaginarme las melodías encerradas en aquellos cofres negros con caratulas que simplemente desataban mi curiosidad hasta
estallar.


Repulsivo cover del CD de CADAVER
Destacaban las caratulas del disco Arise, de Sepultura – a cargo del artista Michael Whelan - o las atroces graficas que adornaban los discos de Cannibal Corpse – Imposible olvidar las enfermas caratulas de Vince Locke-  o las sublimes, simplistas y aterradoras caratulas de Carcass (como la de su albúm Descanting the Insalubrious), o aquellas atroces y vomitivas imágenes del albúm de Cadáver (Hallucinating Anxiety). Había tanta maldad en aquellas vitrinas, que en verdad atreverme a entrar a preguntar cuanto costaba el casete de Metallica, podría ser una afrenta , por ser a esas alturas, ya una banda de carácter “comercial”, alejada del incipiente mercado independiente de la escena, el que obviamente, estaba totalmente apoyado por la escena nacional en aquel entonces. 

El público "metalero", ya comenzaba a polarizarse entre los "metaleros clásicos" y los "poseros" que se aferraban con fuerza a bandas como Metallica y Megadeth, las que tenían la particularidad de sonar con frecuencia en las radios de aquella época. Bajo esta descripción, yo me encontraba en el bando de los poseros, al no tener la oportunidad de interiorizarme en bandas debido a mi falta de contactos y de dinero, pero había que comenzar por algo.

Fue un día en la tarde, después del colegio, que decidí entrar a una de aquellas tiendas. Lo primero fue enfrentarme casi de frente al metalero vendedor de turno: Su cabellera larga, su mirada de maldad, y su indumentaria clásica, de polera, jeans ajustado y bototos militares. Debe haber medido casi un metro y noventa. Estaba escuchando música a todo volumen, mientras leía algo. Al parecer cuando entre, se molestó un poco por mi presencia: Un escolar desnutrido, que pasaba por la pubertad, buscando su identidad en las puertas del infierno.

-          ¿Qué buscaí flaco?

-          Ehhh, este, ¿Tienes el álbum negro de Metallica?

-          Si loco, ¿Lo buscaí en Cd o Casete?

-          En Casete.

-          Te sale $15.990. Original americano.

Casi se me sale el alma ante el precio. Serían semanas de arduo trabajo y ahorro, para alguien que ganaba 1000 pesos diarios trabajando en el local comercial de su tío, haciendo aseo y siendo telefonista. Creo que mi rostro pálido, fue la señal para que el vendedor tratara de ofrecerme algo a un precio más accesible:

-          Pero si querí algo más barato, te lo puedo grabar en cinta de cromo, y te sale $5000.

-          Eh, voy a dar una vuelta. Vale, gracias.

Me retire de la tienda caminando, cuando de pronto escuché un claro signo de molestia del vendedor:

-          Andai puro weando…
El inalcanzable álbum negro de Metallica
Debo reconocer que la respuesta del vendedor no fue la más cortés ni la más cercana al ideal de "servicio al cliente". Pero el valor – incluso de la copia de alta calidad ofrecida- superaba con creces mi realidad económica. Este episodio, fue una de las razones por las que no me acerqué hasta muchos años más a una tienda de metal, a pesar de haber tenido el dinero suficiente para haberme comprado varios discos con el pasar del tiempo. Sin caer en la generalización, habían algunas que estaban atendidas por tipos de carácter muy cercano al perfil de paciente de hospital psiquiátrico, pero creo que eso será tema de otra historia.
Mi segundo intento de unirme al "credo" metalero, fue intentar comprar una polera de alguna banda, pero el resultado fue el mismo que con el casete. La polera más barata de aquel entonces (Una copia en blanco y negro de la polera oficial de Sepultura, Arise), bordeaba los $8900 pesos de aquella época. Una original, cerca de los $20.000. Definitivamente, no era para mí bolsillo aquella moda.  El tiempo me llevo a gastar el dinero que había ahorrado con mucho esfuerzo, en fichas de video en los Diana del paseo ahumada, sumido en la más grande frustración de no poder comprar nada relacionado al movimiento del que quería pertenecer.

Sin duda fueron tiempos confusos para mi juventud, pero que me llevan sin duda a recordar que estaba en el comienzo del apogeo del movimiento Thrash-metal en Chile. Un movimiento que finalmente terminaría de agonizar durante los últimos años de la década de los 90, consumido por todas las corrientes populares que invadieron el país a causa de la tecnología y la globalización, tales como el rap, hip-hop, y el pop, más marginales, más baratos, y más inclusivos. Poco o nada tenía que hacer la escena del metal en un nuevo escenario en donde los espacios de difusión se hacían cada vez más escasos para una música plagada de "malas palabras y odio al mundo".
Recuerdo que hacia 1995, algunas radios repararon tarde en la perdida de espacios para este estilo de música (Inolvidables esfuerzos en radio Rock & Pop y radio Concierto), y trataron por todos los medios de resucitar la escena, pero al parecer, el escenario era totalmente claro.




Felizmente, y con el paso del tiempo, a mediados de los 90, conocí a mi vecino Juan Segura – gran coleccionista de metal - que fue el gurú indicado para poder librarme del apocalipsis que se vendría con el devenir de los años siguientes, y que consumiría a todas las patotas de metaleros que pululaban por doquier (¿Cómo olvidar esos fines de semana en Portal Lyon o los Leones, evitando a las turbas furiosas de metaleros que se asentaban en aquellos lugares?) Fueron los tiempos en donde el metal evoluciono hacia fronteras que no todos podrían seguir. En ese camino, incluso terminé tocando en una banda (llamada Black Sea). Nada de excesos ni nada por el estilo, pero fue una experiencia enriquecedora. Llegaron a mis manos increíbles creaciones que hasta hoy escucho con total aprecio y devoción. Eran los tiempos de Therion, Mayhem, Paradise Lost, My Dying Bride, Lacrimosa, Nocturnus, Theathre of Tragedy, y un larguísimo etcétera. Fueron tiempos de revelaciones musicales, y valiosos álbumes que hasta hoy atesoro en la memoria, como si fueran parte de una leyenda que se hubiera hecho realidad.

Sigo pensando cual fue el motivo que me acercó a este estilo musical, y que me hace guardarle de alguna manera un gran respeto y aprecio hasta el día de hoy, y que habrá sido del gentil vendedor de la tienda. ¿Seguirá escuchando metal?



Hasta un próximo reporte.